Primeras ideas sobre la materia
Desde el tiempo de los filósofos griegos -siglo VI a. de C.- el
mundo ha estado intrigado por conocer la estructura de la materia.
Para explicar cómo está formada la materia se ha llegado a proponer
básicamente dos modelos:
- Por una parte, podemos con nuestras manos cortar o subdividir
trozos de materia tan grandes como una roca o una gran cantidad de
agua en partes más y más pequeñas, hasta que la deficiencia de los
instrumentos empleados nos obliga a detener la operación. Por
consiguiente, podríamos concluir que la materia es infinitamente
subdivisible o, dicho de otra forma, que la materia
es continua, es decir, llena todo el espacio que ocupa.
- Por otra parte, frente a la imagen anterior, no es difícil
suponer que si la subdivisión de un trozo de materia se lleva
suficientemente lejos, llegaremos a partículas que no pueden
subdividirse o cortarse de nuevo. Podríamos deducir que la materia está formada por partículas.
Este segundo modelo fue propuesto y desarrollado hace 2400 años por
los filósofos griegos
Leucipo (?-430
a. de C.) y
Demócrito (460-371
a. de C.) y extendido posteriormente por
Epicuro
(341-270 a. de C.). La materia, suponían ellos, es realmente
divisible más allá de la experiencia diaria, pero, en último término,
consta de partículas indivisibles que provisionalmente podríamos
llamar
corpúsculos o
átomos (átomo en griego significa
'indivisible').
Los átomos tenían propiedades distintas a los cuerpos grandes; éstos
estarían formados por agrupaciones de átomos. Los átomos flotarían en
el vacío, es decir, la existencia de átomos llevaría consigo la
existencia del vacío. Demócrito pensaba que los cuerpos que parecían
continuos estaban en realidad formados por cuerpos discretos,
individualizados. Así, por ejemplo, la arena del mar parece de lejos
un cuerpo continuo pero de cerca se ve que está formado por un úmero
muy grande de arenillas. Sería lógico pensar también que el agua de
mar está formada por partículas pequeñas. Y lo mismo para el resto de
las sustancias. Estas ideas fueron recogidas por el poeta romano
Lucrecio (98-53 a. de C.) en su
obra 'De rerum natura':
Toda la Naturaleza, tal como existe,
se compone de dos cosas: los cuerpos y el vacío en el cual estos
cuerpos están situados y en cuyo seno se mueven ...
El atomismo griego carecía de las características esenciales de una
teoría científica: no estaba fundamentada o comprobada por hechos
experimentales. Puesto que era una interpretación a base de conjeturas
podía ser destruida por más conjeturas. Filósofos como
Platón
(427-347 a. de C.),
Aristóteles (384-322
a. de C.) y muchos de sus seguidores rechazaron el atomismo y, debido
a su influencia social, esta teoría se dejó a un lado y estuvo en
vigor la de la continuidad de la materia. Sin embargo, el atomismo no
fue olvidado, aunque se tardó más de 20 siglos en demostrar su
validez.
En el siglo XVII la química intentó desembarazarse de toda idea sobre
fuerzas ocultas o misteriosas e intentó explicar la Naturaleza sobre
una base mecánica; estos modelos mecánicos postulaban la existencia de
pequeños cuerpos sólidos e indivisibles que permitían dar cuenta de
algunas propiedades de la materia. No obstante, aunque los teóricos
podían asignar propiedades particulares, como forma o elasticidad, a
sus átomos, estas propiedades no podían probarse mediante experimentos
cuantitativos.